Crónica gastronómica, la Barceloneta

Las últimas semanas de primavera siempre me han gustado. El mercurio ya ha subido pero todavía no abrasa, cuando va cayendo el sol. Y es en estas horas vespertinas, cuando apetece darse un paseo por la playa de la Barceloneta.

El día aguanta y nada mejor que empezar a cenar con la claridad turbia que otorga el sol cuando se despide. En esas, caminaba distraído, con un pie en la arena y otro en la acera, cuando me tuve que poner la chaqueta. Hora de comer, quería cenar, y el restaurante Arenal me esperaba, como siempre, acogedor y con la terraza abierta.

Intuyendo lo que deseaba cenar, decidí demandar el penúltimo (nunca digas último) arroz caldoso de la temporada. La chaquetilla que llevaba en los hombros me había avisado. Sin duda alguna, me apetecía un sabroso arroz a pie de playa, en su siempre dispuesta terraza. ¿Y de primero?, me entraron las dudas, y como siempre, me dejé aconsejar en los entrantes.

“Te sugiero unas almejas al cava, ligeras y suaves de sabor”.

Jordi, siempre solícito, sugiere como el mejor. “Los platos de fritura, mejor al mediodía”. Además, y como complemento, acompañé las almejas con una ensalada caliente de queso de cabra, higos, virutas de jamón ibérico y nueces. Tierra y mar, frío y calor.

Disfruté los entrantes y saboreé el arroz caldoso, como era de esperar, en su punto. De rape y almejas, soberbio sabor a mar y melosidad extrema. Me quedo mirando el mar, tocando la arena. Un vino blanco suave ha maridado la experiencia.

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